La tristeza es una emoción que hace parte fundamental de la vida y nos hace reconocer como seres humanos sintientes, todos en algún momento hemos tenido la sensación de tristeza en cada una de las etapas de la vida (Infancia, adolescencia, adultez y vejez) y sentirla está bien, dado que es una emoción educable y somos nosotros quienes ponemos su límite.
La tristeza hace parte de un estado de ánimo y puede expresarse en falta de motivación por hacer las cosas que antes solíamos disfrutar y en muchas ocasiones esta sensación tiene un contenido de melancolía. Ahora bien, estar triste no es estar deprimido, de hecho, la tristeza apenas es una característica de la depresión.
Cómo se genera la tristeza
De la misma forma que el resto de las emociones primarias, la tristeza emerge cuando se altera la manera de percibir las situaciones del diario vivir, la forma de ver e interpretar lo que se ha perdido, como son: los sueños, ilusiones, proyectos, personas o cosas materiales, lo cual genera una falta de motivación y pocas expectativas de crecimiento personal que conllevan a la frustración y el temor a enfrentarse al futuro incierto.
¿Es la tristeza una emoción útil? Si, de hecho a través de ella logramos aceptar las pérdidas cuando llegan sin esperarlas, nos brinda la capacidad de reflexionar y construir mentalmente una nueva versión de la realidad presente y cómo debemos enfrentarla. No obstante, el trasfondo de la tristeza es el temor de ver el futuro oscuro, sin forma ni motivación y si no le ponemos freno a esto puede ocasionar daños y consecuencias graves en nuestras vidas, para comprender la tristeza debemos contar con autoconfianza y confrontación de la realidad.
La tristeza por lo general está vinculada con aquellas situaciones que contienen una carga afectiva o de expectativa, por consiguiente el grado de tristeza dependerá de la intensidad o de la importancia que le brindamos al objeto perdido, que puede ser un elemento, una persona o un sueño.
Aquí mencionaremos algunas de las pérdidas que conllevan a la tristeza.
¡No todos los que están tristes sufren de depresión, saquémonos ese mito de la cabeza!
Comencemos por tener presente que existen diversos estados de tristeza y unos pueden ser más profundos que otros, pero no necesariamente se resuelven con la toma de medicamentos, debemos proporcionarle a nuestra mente la capacidad de aprender a generar sus propios de neurotransmisores, esto lo podemos hacer a través de pensamientos positivos, de la meditación, del ejercicio o practicar nuestros hobbies, también al realizar actividades que nos den motivación, como lo son retomar esos proyectos que nos apasionan, eso sueños que antes nos generaban ilusión, reencontrarnos con esos amigos que hemos dejado de frecuentar y recuperar nuestro espacio, volver a conectar con nosotros mismos.