El trastorno de ansiedad social (TAS), también conocido como fobia social, se caracteriza por un miedo persistente y acusado ante una amplia variedad de situaciones sociales en las que la persona puede ser evaluada negativamente por otras (APA, 2000).
La persona que sufre de ansiedad social, se paraliza frente al evento o situación donde debe interactuar en sociedad. Se agudizan los síntomas cuando la persona está en un lugar con más personas desconocidas que conocidas.
En los niños también se pueden presentar síntomas de fobia social, ellos responden desde el llanto, tartamudez, quedarse callados e incluso huir cuando están expuestos a una situación que los expone socialmente.
Los síntomas también son cognitivos, estos se ven reflejados en pensamientos rumiantes (que son persistentes y dan vueltas en nuestra cabeza una y otra vez) las personas con TAS suelen tener pensamientos como “No voy a ser capaz de presentarme”, “Y si digo algo estúpido y todos se ríen de mi”, “Debería irme, me siento incómodo y todos están mirándome”. Estos pensamientos son negativos y autocríticos, magnifican las situaciones y pueden generar conductas de evitación o escape.
EVITACIÓN: Aún no se está expuesto a la situación problema, sin embargo el individuo se anticipa y piensa qué sucedería en dicha situación y prefiere no llevarla a cabo.
ESCAPE: Cuando se está expuesto a la situación problema y el individuo huyó del lugar.
Cómo consecuencia de lo mencionado anteriormente, las personas suelen tener un deterioro significativo en su vida, su grupo de amigos puede ser muy reducido, puede tener dificultades al momento de conseguir pareja, su trabajo puede verse seriamente afectado.
Según la APA (La Asociación Americana de Psicología) (1994, 2000), se ha informado que la prevalencia de la fobia social a lo largo de la vida adulta está entre el 3 por 100 y el 13 por 100. En población infantil y juvenil, y usando criterios diagnósticos del DSM-IV (APA, 1994),siendo más prevalente en mujeres que hombres.
.